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FUTUROSPOSIBLES

DESADAPTADOS, EXCLUIDOS Y VANDALOS: INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL NEOLUMPEN

PROLOGO 

 

Los medios de comunicación nos golpean cada cierto tiempo, y sobre todo, en ocasiones de grandes manifestaciones sociales, con las impactantes imagenes de grupos de jóvenes y adultos-jóvenes que se despliegan por los centros urbanos destruyendo, arrasando, incendiando, saqueando.   Son nuestros vándalos, pseudo terroristas de poca monta, nuestros populares "encapuchados".   Existen pero nadie los conoce.  Actúan pero nadie sabría nombrarlos.  Son, pero nadie sabe quiénes son.  Premunidos de su marginalidad inobjetable, de su silencio enmascarado, de su voz con sonido a piedras y a materiales duros, estos seres desheredados, escarnecidos, despreciados, insultados y vueltos a marginar, solo aparecen cada cierto tiempo, para recordarnos que existen, aunque nadie quiera reconocerlos, para recordarnos violentamente que esta sociedad es la más poderosa y eficaz fábrica de marginados.  

En las retóricas comunicacionales dominantes, no solo parece que hemos llegado a empobrecer al lumpen, sino que sobre todo, se ha logrado lumpenizar la pobreza.

Pero, ¿quiénes son en realidad estas bandas de individuos que tanta conmoción provocan en nuestra actualidad noticiosa?  ¿Qué significados podemos extraer de estas conductas sociales que tanto nos impactan cada vez que aparecen?  ¿Cuáles son los fenómenos de fondo que nos permiten explicar estas realidades?

Este ensayo intenta buscar algunas claves de análisis y explicación, que nos permitan dar cuenta de un fenómeno social y cultural en sí complejo, con efectos sobre el escenario político.

 

Manuel Luis Rodríguez U.

 Punta Arenas - Magallanes, junio de 2006.

 

LAS PROBLEMATICAS DEL VANDALISMO

 

Por cierto que lo primero que debemos evitar a la hora de intentar comprender estos fenómenos intersticiales de la realidad social, es la de caricaturizar a sus individuos a la luz de lo que nos informan los medios, ni de satanizar a partir de los efectos de algunas de sus conductas sociales.  Nuestra tentativa aquí es la de promover una discusión intelectual y un análisis teórico-científico que permita comprender el fenómeno en sus diversas dimensiones, en sus causas estructurales y en sus manifestaciones coyunturales.

¿De qué estamos hablando?  ¿De violencia social contenida, de anomia social, de vandalismo sin explicaciones, de desadaptación ante los cambios que suscita la modernidad a la que vamos ingresando?   La respuesta se encuentra en alguna parte de los límites difusos entre estas diversas explicaciones. 

Nuestras Ciencias Sociales modernas se vanaglorian de poder explorar todos los aspectos de la realidad social y ofrecer explicaciones más o menos plausibles a los fenómenos que la componen. 

Una primera explicación sociológica de los fenómenos de vandalismo y violencia social, podríamos buscarla en su característica esencialmente urbana.  No obstante sus antepasados rurales (propios de las sociedades europeas feudales), los vandalismos a los que asistimos en el presente son fenómenos urbanos, en el sentido de que tienen lugar en ciertos espacios urbanos y responden a dinámicas geopolíticas y geoeconómicas propias de la ciudad, de la gran ciudad, de la gran urbe.   La ciudad, como entidad territorial, se construye sobre la base de segregaciones, de segmentaciones espaciales que tienen además un contenido social y socio-cultural.   La ciudad moderna, no es un poblamiento homogéneo en la forma de una ocupación-apropiación humana sin correlatos socio-culturales y políticos.  Los individuos que la pueblan, son individuos social, económica y culturalmente situados.

Y al interior de la ciudad, los espacios son producidos, percibidos, representados y vividos y cada individuo vive su espacio urbano a la medida de sus dimensiones, de su localización, de sus características y por lo tanto, podemos decir que cada habitante de la ciudad es un individuo espacio-socialmente situado y determinado: la percepción de la ciudad que tiene cada uno de sus habitantes es la visión que cada individuo tiene del conjunto urbano o citadino, a partir de su realidad territorial y barrial propia y particular.   Y es a partir de esa percepción que el individuo-habitante va a adquirir la propiedad (en el sentido mental de apropiación) o la otredad respecto de la ciudad donde habita.   Si el individuo siente suyos la ciudad o el barrio donde habita (porque los conoce y porque se siente partícipe de la construcción urbana), entonces sentirá su ciudad como propia y al sentirla propia la hará suya; he ahí una acepción distinta de propiedad, en el sentido de apropiación subjetiva y sentido de pertenencia a partir del espacio territorial urbano. 

Pero, ¿qué sucede cuando el individuo se siente excluído de la pertenencia urbana, de las pertenencias sociales y culturales, cuando percibe la ciudad y sobre todo el centro urbano como ajeno, como característico de la dominación de otros?   Las relaciones sociales, las interacciones, las formas de comunicación que el individuo despliega en su entorno, son tambien maneras cómo el individuo se relaciona con los demás en y sobre un territorio urbano determinado. 

Las "bandas de vandalos" constituyen una evocación histórica y ancestral típicamente europea, asociada subliminarmente a las hordas de bárbaros que invadieron el Imperio Romano en sus siglos finales. 

 

EL LUMPEN COMO FENOMENO POLITICO Y POLITIZABLE

 

El lumpen tiene una larga historia conceptual.  Ya en la Edad Media europea puede rastrearse la existencia de individuos que en las ciudades vivían de la rapiña, el crimen y el robo.  En Paris, por ejemplo, vivían en un barrio que era de difícil acceso para la policía del Rey: le llamaban "el patio de los milagros", porque era un milagro encontrar a alguien allí cuando se le buscaba, y que aparece descrito con trazos agudos en la obra "Nuestra Señora de Paris" de Victor Hugo.    Con la aparición y desarrollo del capitalismo, fueron millones de campesinos sin tierra (los siervos de la gleba) que no tenían otro recurso que emigar a las ciudades para subsistir.   Ahora, en un capitalismo basado en la competencia de todos contra todos y cuyo beneficio se incrementa con la cesantía de un sector de trabajadores, inevitablemente, una parte de la fuerza de trabajo iba quedando al margen del trabajo y de la circulación del dinero.   Sin dinero, sin trabajo, sin habitaciones seguras, sin alojamientos garantizados, sin futuro ni perspectivas, esos individuos desheredados iban engrosando las filas de los delincuentes y de los mendigos.

 Desde una perspectiva política el lumpen ha sido definido como el estamento delictual o que vive al borde del delito. La imagen que tenemos del "lumpen" es la de un desharrapado miserable, que vive en los extramuros o arrabales del orden civilizado o de la legalidad. A veces también se asemeja a la categoría con la de sub-proletariado, en cuyo caso el "lumpen" es simplemente el desempleado o el mal empleado, que lleva una vida miserable, no tanto al borde del delito, sino al borde del hambre.

El primero que trae a la literatura sociológica el concepto de lumpen es Karl Marx.  En el Manifiesto Comunista de 1848, lo define como "es producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad..."  A continuación, en la obra "Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850" los define como "elementos desclasados". Y en "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" Marx la califica de que reconoce "...esta hez, desecho y escoria de todas las clases..."   En síntesis, la visión clásica del marxismo no puede ser menos negativa y crítica frente al fenómeno del lumpen. 

Creo que es preciso retornar sobre la definición original de Marx: ¿Cómo podría caracterizar a Bonaparte y a sus seguidores como "lumpen" y sostener plausiblemente que se trataba de meros hampones cuando evidentemente no se trata de tales? El propio Marx es explícito al respecto. Tratando de sintetizar su descripción del "lumpen", parece, en realidad referirse, a todos aquellos elementos marginales y marginados de todas las clases sociales, o si se quiere a todos aquellos elementos que son incapaces de alcanzar una inserción "regularizada" en las diferentes esferas de la reproducción social. Se trata de lo que también podríamos llamar el "aventurero" social, que incluye a niños bien juerguistas, ex policias desocupados y resentidos, herederos fracasados, empresarios parasitarios, obreros crónicamente cesantes o desplazados y que ya no forman parte del mundo proletario y de la cultura trabajadora, delincuentes (también ellos por cierto), guardaespaldas, ese elemento pequeño burgués en crisis que alimentó las filas de las guardias fascistas y que está siempre disponible para todas las formas de "escuadrismo", guardiablanquismo" o sicariato, estudiantes sin futuro claro, profesionales sin perspectivas o excéntricos profesionales, profetas sin audiencia, predicadores en el desierto, familias con aspiraciones y sin recursos, aristócratas arruinados, literatos decadentes o bohemios flotantes.

En suma, se trata de sectores que padecen de dos síndromes combinados: del carácter parasítico de su reproducción como sujetos sociales, y la alienación, frustración derivada de la inconsistencia entre aspiraciones internalizadas y medios institucionalizados de logro diría un sociólogo al estilo de Gino Germani frente a este carácter parasitario que se le atribuye.

El lumpen , es pues, el arquetipo del aventurero "flotante", y por tanto la antípoda del burgués o del aristócrata (u oligarca). Puede provenir o estar vinculado a casi cualquier clase social, puede apoyarse en cualquier combinación de elementos desplazados de cualquier clase social, o en clases sociales o grupos étnicos, puede ser de cuello y corbata o puede parecerse a la imagen estereotipada del hampón desgreñado. Más normalmente, sin embargo, no es su aspecto o su estatus lo decisivo, sino su manera de insertarse en los mundos de la reproducción social: el "lumpen" es la impredictibilidad, el ser humano que ha sido desgajado de las formas rutinarias de convertirse en alguien, o cuyas formas rutinarias "al alcance de la mano" de poder convertirse en alguien se hallan profunda y dramáticamente seccionadas de los sueños que pudo aprender a soñar a su debido tiempo. Es por ello que Bonaparte y sus adláteres pueden ser considerados como "aventureros" políticos, sin por ello, dejar de ser sociológicamente "lumpen". Por cierto que la "aventura" política se traduce, eventualmente en una "aventura" social, en un camino hacia el logro de otros objetivos enfocados hacía la conquista de las "cosas buenas de la vida", que, en una sociedad fuertemente estamental, implica el anclaje en los mundos excluyentes y exclusivos que monopolizan estos "bienes" y que permiten un acceso rutinizado a cuotas relevantes de ellos.

Cabe ahora definir el modo de acción del "lumpen" en política: de acuerdo a la obra de Marx, un breve esbozo de la metodología política del "lumpen" requeriría mostrar que este puede tomarse el poder por sorpresa o por medio de acciones combinadas de audacia y fortuna maquiavélicas u oportunistas. En cierta forma, el "lumpen" puede ser considerado políticamente como una suerte de anacronismo en el seno de sociedades que se modernizan, pero surgen precisamente durante los prolongados procesos de transición a la modernidad, donde ponen de relieve el profundo desajuste de sectores sociales e individuos que van quedando al margen de sus beneficios, accesos y expectativas.  En otros términos, dos conceptos claves para entender este fenómeno son la dualidad "modernidad-marginalidad". 

Los grupos de jóvenes que asaltan nuestras calles y nuestros espacios territoriales del centro de las ciudades modernas, son probablemente grupos de jóvenes que no se sienten integrados dentro de la modernidad, precisamente porque esta modernidad los mantiene excluídos y marginados.

 

(Ensayo en construcción)

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